Hay cierta costumbre, sobre todo en zonas frías, de 
dejar los huertos desnudos durante el invierno. Algunos se animan a tener 
berzas o coles pero la verdad es que ese tipo de verdura de invierno no nos apasiona. Así que se las dejamos a las gallinas que les gusta mucho y nosotros nos dedicamos a cultivar y comer 
escarolas, rúcula, berros de jardín y los sabrosos canónigos.
Si los tomates raf son la delicatessen del huerto en los meses de verano los canónigos lo son en los fríos inviernos. Esta planta 
soporta bien las heladas invernales y si se siembra en abundancia tendremos ensaladas durante todo el invierno. Nosotros tenemos el bancal principal 
sembrado a voleo y vamos cosechando las zonas más densas. Al final dejaremos crecer las plantas para tener flor, recoger semilla y poder seguir sembrando canónigos al año que viene.
Quizá 
lo más engorroso de los canónigos es 
la recolección manual.  Hay que recoger los cogollos uno a uno, recolectando las más grandes y dejando espacios entre ellas para 
que formen la roseta. Se puede tirar suavemente del cogollito y sale de raíz, pero luego hay que cortarlas uno a uno, así que nosotros preferimos 
ayudarnos de una navaja como las de recoger setas 
o unas tijeras, y vamos cortando desde la base con cuidado de no ensuciarlos mucho de tierra.
Pero todo esto compensa al saborear una 
ensalada de canónigos, con los 
tomates cherrys del huerto que embotamos y acompañado con 
aceitunas, 
queso feta y perdiz escabechada...¿quién dijo que las ensaladas son para el verano?